Un traductor, al igual que cualquier otro profesional autónomo sea cual sea su campo, debe replantearse si acepta o no un encargo que recibe. A veces es complicado, sobre todo si la necesidad económica aprieta, pero no se debe decir que sí inmediatamente. Se deben establecer unos mínimos o exigir ciertas condiciones y, en función de ello, elaborar un presupuesto adecuado y razonable. En Translation-Traducción queremos recalcarlo para dignificar la labor de los traductores y valorar justamente el trabajo que hay detrás de sus traducciones.
Estos son algunos de los factores que se deben tener en cuenta a la hora de decidir si aceptar un encargo y para elaborar un presupuesto de traducción:
Idiomas de la traducción
Es importante tanto el idioma de partida como el de llegada. Una traducción no vale lo mismo si implica una lengua común que otra, digamos, exótica. Parece algo obvio pero a veces se olvida mencionarlo.
Temática de la traducción
Quizá estemos preparados para traducir un manual de ingeniería pero no un artículo con una temática deportiva. La formación y especialización nos dan un margen para saber si aceptar dicho encargo o no. Y, en función de su dificultad, decidir un precio. El estilo o registro de la traducción también se deben de tener en cuenta.
¿Traducción jurada?
A una traducción jurada siempre se le debe aplicar un precio superior, aunque se trate de traducir un par de líneas hay que establecer un mínimo. El motivo es sencillo, un traductor jurado tiene una formación adicional y, al estampar su firma y sello, también se hace responsable legal de las posibles repercusiones. A algunos clientes pueden sorprenderles estos últimos datos, pero seguro que no ponen tantas pegas a la hora de pagar más a otros profesionales como a los notarios.
Tipología de la traducción
No es igual traducir un mismo documento si simplemente es texto que si viene acompañado de imágenes o audio, como por ejemplo en un vídeo o una página web. Tampoco es lo mismo traducir con ciertas limitaciones de espacio o tiempo, como por ejemplo los subtítulos o las voces superpuestas. Por tanto, no todos los traductores están capacitados para traducir cualquier encargo ni se puede cobrar lo mismo por cada uno de ellos.
Extensión de la traducción
Cada traductorillo tiene su librillo. Se suele cobrar en función del número de palabras del texto origen, pero también se elaboran presupuestos por número de horas de trabajo, de páginas o de palabras del texto de llegada. Si se trata de un encargo con dificultades añadidas, por ejemplo un documento en .pdf sin posibilidad de recontar automáticamente las palabras totales, también puede darse un presupuesto orientativo o redondeado.
Formato de la traducción
Hay que tener claro que una cosa es la traducción y otra, bien distinta la maquetación. Si te piden ambas tareas, el presupuesto debe ser mayor. Pero aunque solo tengas que traducir, si te enfrentas a algunos problemas adicionales por culpa del formato, debes tenerlo en cuenta en tu presupuesto.
Plazo de entrega de la traducción
El plazo de entrega es uno de los factores más importes. ¿Para cuándo se necesita la traducción? Toda urgencia se debe de tarificar, sobre todo si te obliga a priorizar dicho encargo frente a los demás o a trabajar fuera del horario laboral habitual. Tener que dedicar horas extra o todo un fin de semana a una traducción se debe cobrar a parte, tal y como haría por ejemplo un fontanero o un cerrajero.
Otros
También se deben valorar otros factores. Por ejemplo, si se manda una traducción jurada por correo postal, ¿quién paga el envío? A veces los traductores lo incluyen por cortesía. También valoran si les compensa dedicar ese tiempo de espera en lugar de empezar con otro encargo; ya que hay que llegar y hacer cola en la oficina postal.
Crédito de la imagen: pasoviral.com