Las persianas son un elemento muy común en las casas de ciertos países, especialmente de los más soleados. Su función en sencilla: proteger el interior de una vivienda o local de los rayos de sol y, al mismo tiempo, brindar un poco más de intimidad y moderar la entrada de calor. Todos sabemos qué es una persiana, pero pocos conocemos de dónde proviene esta palabra. Por ese motivo, lo que vamos a hacer en Translation-Traducción será explicar su origen etimológico.
La verdad es que la procedencia de la palabra «persiana» es más sencilla de lo que pueda parecer a primera vista. Pero para entenderla hay que remontarse a la Francia del siglo XVIII cuando se puso de moda la venta de artículos y productos de origen oriental. Los mercaderes y comerciantes franceses de la época no paraban de exportar alimentos, alfombras, telas… de cualquier rincón de Asia. Y entre dichos productos se encontraba uno muy novedoso: concretamente hablamos de una celosía de tabillas que evitaba la entrada de claridad, calor y rayos de sol en las viviendas.
Efectivamente, estaban vendiendo persianas, pero por aquel entonces no existía tal palabra para definirlas. Es más, no sabían ni siquiera cómo referirse a ellas. Este producto procedía de la antigua Persia, actual Irán, de modo que los comerciantes no se devanaron mucho los sesos y lo llamaron «persienne». En francés, la traducción de esta palabra es «persa»; es decir, natural u originaria de Persia.
Dado el éxito de ventas y la cercanía con Francia, dicho producto no tardó en llegar a España. Al cruzar las fronteras se podía haber optado por la traducción literal a la hora de hacer alusión a las persianas, pero en su lugar se decantó por la naturalización. Es decir, que en lugar de llamarlas «persas», las llamaron «persianas» antes de su comercialización.
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